viernes, 3 de junio de 2011

CONTROL Y DOMINIO SOBRE EL CUERPO EN LA CIVILIZACION MODERNA

Un punto importante a la hora de realizar un análisis sobre esta problemática es conocer como los procesos de medicalización de la sociedad terminaron por abordar el cuerpo de los sujetos. Esta puede ser una buena manera de empezar un acercamiento al tema del control y dominio sobre el cuerpo, y la huella que puede dejar en la especie humana la fuerte intervención médica que comenzó en el siglo XVIII, como encontramos en la introducción histórica que nos hace Foucault en su libro;  la vida de los hombres infames.

La forma en la que se vivieron los diferentes procesos de desarrollo  social que se dieron  principalmente a partir del S XVIII en Europa y unos años más tarde en otros países del mundo incluyendo el nuestro; dieron cuenta de la necesidad que movilizo a los gobernantes a realizar un control sobre la población que les permitiera tener un dominio global sobre el sujeto y su forma de vida. “Una red de medicalización cada vez más densa y más amplia, que cuanto más funciona menos se escapa a la medicina”[1],  Que aun hoy nos abre importantes discursos sobre su eficacia y su valor dentro del desarrollo de nuestras sociedades occidentales como modelo económico, social y político a tomar como referente en los países que aun no adoptan en la totalidad este modelo de desarrollo que nació y continua en desarrollo en los países Europeos. 

El capitalismo desarrollado a fines del siglo XVIII y principios del XIX socializo el cuerpo en función de la fuerza productiva;  para la sociedad capitalista lo importante era lo biológico, lo corporal antes que nada. “el cuerpo es una realidad biopolitica, la medicina una estrategia biopolitica”[2]. 
Es así como empiezan a instaurarse dentro de los modelos de desarrollo social, unos parámetros establecidos desde el conocimiento medico, a la población civil en pro del bien estar de la colectividad; de esta manera el control de la sociedad sobre los individuos no opera solo por medio de la conciencia o la ideología sino que se ejerce en el cuerpo, con el cuerpo. 

Durante un largo periodo, el poder medico no se preocupo por el cuerpo humano como fuerza de producción, -lo menciono ya que fue a partir de esta preocupación que se inicia un control directo sobre el cuerpo de los individuos- la medicina poco se intereso en el cuerpo del proletariado como fuerza laboral; fue hasta el siglo XIX que se empezó a plantear el problema del cuerpo, de la salud y del nivel productivo de los individuos dentro de la organización de los estados.
El crecimiento de la población en el espacio urbano y el propósito de los estados en conseguir la mayor afluencia monetaria posible, en contraste con las grandes crisis de epidemias vividas en la Europa de los siglos XVIII y XIX hacen surgir esta preocupación que no culmina aun hoy en la era de la vigilancia, donde el control del sujeto ha alcanzado extremos que solo se imaginaban en la literatura o en el cine de ciencia ficción.

Durante el siglo XVII en algunos de los países Europeos como Inglaterra, se originan sistemas de recuento poblacional, estadísticas de nacimientos y muertes, se inicia una vigilancia  sobre la población civil; se establecen organismos públicos encargados de informar todo lo que acontece en el espacio urbano, sobre todo lo concerniente con el estado de salud de los pobladores, en épocas de epidemias. Se inicia un proceso de control sobre el espacio urbano, regido por un poder único y bien reglamentado; donde el objetivo era reorganizar con el fin de eliminar los factores considerados peligrosos para la salud y bien estar de los pobladores de las emergentes ciudades.

El poder político de la medicina para ese entonces, consistía en realizar una distribución adecuada de los individuos, por medio del aislamiento, la individualización y la vigilancia de cada sujeto, de su estado de salud, comprobar si habían muerto o no y mantener así una sociedad divida. Se inicia un proceso de control y clasificación sobre el individuo que parte de la contabilización de la población civil, pasando al control de su estado y condición de vida, la identificación de los lugares insalubres y oportunamente destrucción de los focos de insalubridad, el registro de las epidemias y de las enfermedades susceptibles a convertirse en epidemias, haciendo así que la declaración de las enfermedades peligrosas fuese obligatoria para el personal médico y para la comunidad en general, en pro de un bien estar colectivo que favoreciera el florecimiento de lo que hoy es el estado moderno.


Los procesos de medicalización tomaron por objeto primero el estado, segundo la ciudad o el espacio urbano y por último se medicaliza al pobre y al obrero, cuestión que toma hoy otras dimensiones producto de este proceso que podríamos interpretar como el inicio de las fuerzas del estado sobre el cuerpo y la forma de vida de los individuos pertenecientes a este sistema que funciona bajo los ideales del capitalismo de la sociedad occidental.

Se inicia una intervención sobre la población denominada “pobre” con el fin de ofrecer servicios de salud que permitieran no solo la posibilidad de cubrir una necesidad que de otro modo no podrían cubrir -como lo era la salud- a la que solo tenían acceso las elites, sino a la vez el tener un informe científico del sujeto, su forma de vida, sus costumbres y pensamientos, y en última instancia y tal vez la más importante, ejercer una influencia directa sobre el modo de vida de los habitantes dentro de la sociedad.

Se administra el espacio urbano haciendo una división de ricos y pobres, donde existen casas para ricos y casas para pobres, servicios para ricos y servicios para pobres… donde la planeación se hace siempre pensando en el beneficio de las grandes elites, y el control que precisamente es ejercido sobre la población denominada “pobre” es con el fin de que la vida de las elites no se vea afectada de forma negativa por causa de los fenómenos que acontecen donde habitan los pobres, vistos como una amenaza pública, perjudicial para esas clases dominantes.

A partir de los sistemas de asistencia que otorga el gobierno a los pobres, este queda obligado a someterse a controles médicos y suministrar datos que se utilizaran para realizar una radiografía y posteriormente imponer unas normas que los regulen y permitan al sistema de gobierno mantener un control de la población; así mientras los pobres reciben tratamiento sin mayores gastos, los ricos se libran de ser víctimas de fenómenos epidémicos que consideran originarios de la clase pobre.

La civilización ingresa en una época de desarrollo científico, donde los avances en materias como la química, la biología, la anatomía, la higiene y la salubridad pública, otorgan a la ciencia médica los conocimientos necesarios para elaborar unos discursos que posibiliten y amplíen su función intervencionista dentro del desarrollo social. Ejemplo de esto son los procesos que se inician después de los avances en materia de la prevención de epidemias; la inmunización se convierte en una obligación para el habitante tanto urbano como rural; un proceso social fundado en el control médico de la población, donde la libertad del individuo se convierte en un gran interrogante que algunos advierten; es así como en el siglo XIX, surgen grupos disidentes que protestan por el derecho a la vida, el derecho a enfermarse, a curarse y a morir según su propio destino. Todas estas medidas adoptadas sobre la población, realmente tenían por objeto el control de las clases pobres.

Surge una medicina que esencialmente consiste en realizar un control de la salud y el del cuerpo de las clases necesitadas, con el fin de mantenerlas en la medida de lo posible en condiciones aptas para el trabajo y menos peligrosas para las grandes elites.

Este fenómeno de la sociedad moderna se exporta a todas las instituciones que operan en el sistema social: el taller, la escuela, el hospital, el cuartel, y finalmente se convierte en fundamento básico para dar una estructura a la familia moderna, institución clave en la construcción del ciudadano “ideal”, vital para el florecimiento y prosperidad de las sociedades.

Emerge, dentro lo que denominaran autores como Foucault, “el cuerpo político: conjunto de elementos materiales y técnicas que normalizan los cuerpos y los convierten a la vez en objetos de conocimiento”[3].
Este aspecto se convertirá en una de las mayores y más importantes preocupaciones de los gobernantes, quienes a su vez establecen y crean asociaciones pensadas para trabajar sobre dicho fin, reguladas en gran medida por la intervención de la medicina; estatuto importante de consulta a la hora de realizar una intervención mediante el cuerpo social. “Ya no reduciendo sus fines al encierro, la separación y la moralización, sino adquiriendo un talante positivo: hacer entrar a los cuerpos dentro de maquinarias y a las fuerzas dentro de economías, “las disciplinas funcionan cada vez mas como técnicas que fabrican individuos útiles”. Nos encontramos en el ámbito normalizador de la sociedad disciplinaria”[4].




A partir de la edad clásica el poder se ha convertido mas en un poder sobre la vida, orientado mas a producir, desarrollar y ordenar fuerzas, que a replegarlas o destruirlas.
“La emergencia de la bio-politica hace entrar a la vida en el dominio de los cálculos explícitos y hace del poder-saber un agente de transformación de la vida humana”[5].

Con el desarrollo de las estrategias de control se hace importante abarcar aspectos puntuales en las costumbres y comportamientos de los individuos una de estas estrategias surge con la aparición de la noción de sexo, concepto que nace dentro de la sociedad moderna y que se elabora a partir de un largo proceso que involucro profundamente a toda la población, especialmente a la mujer;  vital en los procesos de  reproducción y salud de la especie, es blanco directo de las normas higiénicas y morales que permitan  su conservación; ultimando estos procesos por orientar el cuerpo de la mujer en su totalidad, a las funciones de reproducción y perturbándolo hasta su patologizacion;  obligándola a pasar por el filtro del control eclesial, inquisitorial, penal, medico y moral. Se establece un modelo familiar del cual la mujer es responsable y que no solo se limita al núcleo familiar, sino que trasciende a la construcción del tejido social.


Procesos como la histerizacion del cuerpo de la mujer, la pedagogizacion del sexo del niño, la socialización de conductas procreadoras y la psiquiatrizacion del poder perverso; campo dentro del cual tuvo una enorme participación la ciencia del psicoanálisis y la psiquiatria. La sexualidad se convierte en un dispositivo de poder que genera en los individuos la idea de sexo. “el sexo ha podido funcionar como significante único y como significante universal.  Se tiene una sexualidad desde el SXVIII, un sexo desde el siglo XIX. Antes sin duda se tenía la carne”[6].

Se adquiere un sexo a través del dispositivo de la sexualidad, amparado este concepto en un saber medico, que es quien determina los límites entre lo normal y lo anormal.
Gayle Rubin;  (the traffic in women) define el sistema genero/sexo como el conjunto de modificaciones por medio del cual una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y determina la manera en que esa sexualidad transformada debe ser satisfecha. Nos enfrentamos a un dispositivo poderoso que ha afectado de una manera profunda nuestra relación con el cuerpo propio y el cuerpo del otro; se establecen fronteras que trascienden lo físico y se empiezan a constituir cuerpos fragmentados, donde lo biológico es el determinante del destino y la actuación de los individuos dentro de la sociedad.

Surgen grandes conflictos internos dentro de la conducta del sujeto, donde el miedo a ser juzgado y condenado, emerge, conducido hacia un castigo que no solo se ejecuta por medio de las instituciones legalmente establecidas o ilícitas patrocinadas por el estado,  sino un castigo y represión del sujeto hacia su propio cuerpo  y a la represión de sus deseos; influenciado fuertemente este fenómeno por la institución religiosa, que ha jugado un papel clave en el desarrollo de todos estos procesos surgidos dentro de las comunidades cristianas, estableciendo las “confesiones de la carne” como método para conocer aquello escondido, aquello que no se pronuncia y sobre lo cual el sistema científico nada tiene que hacer… el otro cuerpo, “el alma” y a través de esta, la conciencia influenciada y orientada por las enseñanzas cristianas.

Como dijera Rosa Mª Rodríguez Magda, en su texto Michael Foacoult y la genealogía de los sexosEl sexo es biológico, pero a la vez y fundamentalmente es un producto marcado ideológicamente dentro de un sistema cultural”. Existieron varios procesos que terminaron por configurar lo que hoy conocemos como el hombre moderno concepción que encuentra su forma en el lenguaje, las herramientas y las instituciones de una sociedad, asi como en cada persona que vive en ella; y todas las herramientas que nos otorga la historia y las ciencias humanas permiten abrir el entrepaño para entender que los cuerpos de los individuos de las sociedades modernas no solo son cuerpos normalizados, sino producidos por una serie de factores que tardaron siglos y aun no terminan por completarse.

Esas relaciones de poder entre los individuos son las que dan forma a la sociedad, donde vivir es en la medida en que sea posible la acción de unos sobre otros; relación  fundamental para su constitución… “una sociedad sin relaciones de poder solo puede ser una abstracción”[7]. El poder solo puede ser ejercido sobre sujetos libres –entendiendo por libres, sujetos que tienen un campo de posibilidades, en que pueden actuar de múltiples maneras y pueden adoptar múltiples modos de comportamiento-  Los gobiernos en su ejercicio del poder conduce a los sujetos dentro de su sistema social hacia una manera de comportarse en un campo más o menos abierto de posibilidades ordenando el posible desenlace de las conductas del individuo. “El poder, en el fondo, corresponde menos al orden del enfrentamiento entre dos adversarios que al orden del gobierno… gobernar en este sentido, es estructurar el campo de acción posible de los demás”[8].

En esta medida el hombre moderno se encuentra influenciado por una serie de poderes microscópicos que se ejercen sobre los individuos en sus comportamientos cotidianos y hasta en sus propios cuerpos.  El poder trabaja en el cuerpo, penetra en el comportamiento, se mezcla con el deseo provocando el placer, produciendo el saber. El poder no solo constituye la represión o el impedimento, la obstaculización o el castigo, este penetra en las esferas del deseo haciendo que esas relaciones de poder sean de un modo u otro producidas y alimentadas por los mismos sujetos sobre los que este ejerce su influencia.


[1] Foucault: la vida de los hombres infames, pj 54
[2] Foucault: la vida de los hombres infames, pj 54
[3] Rodriguez Magda: Foucault y la genealogía de los sexos.
[4] Rodriguez Magda: Foucault y la genealogía de los sexos.
[5] Rodriguez Magda: Foucault y la genealogía de los sexos.
[6] Rodriguez Magda: Foucault y la genealogía de los sexos.
[7] Michael Foucault filosofo Pj. 89
[8] Michael Foucault filosofo Pj. 92

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